lunes, 12 de enero de 2015

Granada


Pena me da, Granada, 
el niño que en silla o almohada, 
arroja su pureza a la nada, 
demonio de tecnología. 
Si correr por tus montes esconde, 
el infinito, sin uniforme, 
con aire clásico acorde, 
cantar sentido de tus pájaros, 
y un par de sueños en el horizonte...




Retiro


Que bonito sería tomar cabaña y reflejos,
una noche sin guía, el lago y la luna, perplejos,
el bosque me habla, desde dentro de mí,
y me siento un bebé, el agua, el pájaro, el jabalí.
Mas allá de la voz que no cesa, duerme la vida,
observa el mundo atroz, siente pena y no ilumina,
escondida e ignorada, aparece rara vez,
y a su llanto no encuentras cómo ni por qué.
Qué va a ser de mí, si te miro y no te veo?
de quién será el carmín que armonice mis deseos?
tengo que volver al infierno, me esperan allí,
condenado a trabajos sociales, por vivir sin vivir.
Paciencia, autoelixir a tientas de no ir, 
atenta, contra mí, el niño que llora aquí,
no atiendas, es mejor mirar allí...
Callaos voces! Vosotras no sois sin mí.